domingo, 24 de mayo de 2015

¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando tocamos un instrumento?

¿Sabías que cada vez que un músico toca un instrumento es como si hubiese fuegos artificiales en su cerebro? Aparentemente, ellos están concentrados, leyendo la partitura y haciendo los movimientos precisos que ésta requiere, pero dentro de sus cerebros, hay una ‘fiesta’. ¿Cómo sabemos esto?

En las últimas décadas, los neurocientíficos han logrado enormes avances en el entendimiento de cómo funciona nuestro cerebro monotorizándolo en tiempo real con instrumentos como la Imagen por Resonancia Magnética Funcional y escáners PET.

Cuando se somete a la gente a estas pruebas, hacen tareas como leer o resolver problemas matemáticos. Cada una se corresponde con áreas diferentes del cerebro cuya actividad puede ser observada. Cuando los investigadores hicieron que los participantes escuchasen música, se produjeron ‘fuegos artificiales’. Múltiples áreas del cerebro se pusieron a funcionar a la vez para procesar el sonido y entender elementos como la melodía y el ritmo. Y entonces, lo unifican para crear una única experiencia musical.

Nuestro cerebro hace todo esto en la fracción de segundo que va desde que oímos la música hasta que nuestros pues empiezan a dar golpecitos. Sin embargo, cuando los científicos pasaron de ver el cerebro de quienes oían música al de los músicos, los ‘fuegos artificiales’ se convirtieron en una celebración. Resulta que cuando se escucha música, el cerebro se involucra en algunas actividades interesantes.

Tocando música, el cerebro reacciona como si hiciese un trabajo involucrando todo el cuerpo. Los neurocientíficos vieron múltiples áreas del cerebro encendidas, procesando simultáneamente y de forma asombrosamente rápida informaciones en secuencias complejas e interrelacionadas. Pero, ¿qué tiene tocar un instrumento que hace que el cerebro se ilumine?

La investigación es bastante nueva, pero los neurocientíficos saben bastante. Tocar un instrumento involucra a casi todas las áreas del cerebro a la vez, especialmente, los córtex visual, auditivo y motor. Como en cualquier otro ejercicio, la disciplina en la práctica estructurada de tocar música fortalece las funciones del cerebro, lo que nos permite aplicar esa fuerza en otras actividades.

La diferencia principal entre escuchar música y tocarla es que ésta última implica buenas habilidades motoras para controlar los dos hemisferios del cerebro. También se combinan la precisión lingüística y matemática, en la que el hemisferio izquierdo está más desarrollado con el contenido creativo y nuevo que el hemisferio derecho genera. Por esta razón, tocar música aumenta el volumen y la actividad del cuerpo calloso del cerebro, el puente entre los dos hemisferios, permitiendo que los mensajes se muevan por el cerebro más rápido y por más rutas. Esto permite a los músicos resolver problemas de forma más rápida y creativa utilizando herramientas académicas y sociales.

Debido a que tocar música implica crear y comprender su contenido emocional y un mensaje, los músicos a menudo tienen un nivel más alto de la función ejecutiva, y una mayor capacidad de realización de tareas interrelacionadas que incluye la planificación, creación de estrategias y atención a los detalles. Esta habilidad también tiene un impacto en cómo funciona nuestro sistema de memoria. De hecho, los músicos tienen mejor memoria.

Entonces, ¿cómo sabemos que todos estos beneficios son únicos en los músicos a diferencia de los deportes o la pintura? En varios participantes elegidos al azar que al principio mostraban los mismos niveles en las funciones cognitivas, se encontró que aquellos que fueron sometidos a procesos de aprendizaje de música mostraron mejoras en múltiples áreas del cerebro en comparación con los demás.

Esta reciente investigación sobre los beneficios mentales de aprender a tocar música ha supuesto un avance en nuestra comprensión de la función mental, revelando los ritmos internos y la compleja interacción que crean la increíble orquesta de nuestro cerebro.




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