Un buen ritmo puede cambiar la vida, ¿o no? Desde niños, la exposición a los sonidos y a la música adecuada puede ayudarnos a desarrollar plenamente nuestras capacidades cerebrales, con todo lo que eso implica: mayor capacidad de memoria, atención y concentración; mejores habilidades matemáticas, de lenguaje y una buena capacidad para la resolución de problemas.
El oído no sirve únicamente para escuchar, también determina el equilibrio y estimula el cerebro en sus diferentes áreas. Sin embargo, no toda la música es buena ni sirve para lo mismo.
Algunos tipos de música estimulan la creatividad y la imaginación, otros ayudan a establecer relaciones interpersonales sanas y a integrarse a la sociedad y a su medio ambiente. Y unos más, ligados al baile, brindan también un mejor acondicionamiento físico y, a veces, apoyan procesos terapéuticos.
* Música clásica
Es un mito que la música clásica nos hace más inteligentes,
pero escucharla al menos media hora al día proporciona al cerebro un mejor
ambiente para desarrollar ideas y restablecer conexiones neuronales que, al
final del día, nos ayudarán a estar alertas, concentrarnos mejor y optimizar
los procesos de aprendizaje.
Existen recomendaciones de educar a tus hijos con la música,
señalan que la música barroca logra estados propicios para el aprendizaje,
gracias a su ritmo de 60 golpes, equivalente a los latidos del corazón cuando
estamos en reposo.
Además, sus tonos graves provocan ondas cerebrales bajas
—relajación—. Algunos ejemplos son: Largo de invierno de Las cuatro estaciones.
Largo del concierto en re mayor para cuerdas y guitarra. Concierto en do mayor
para clavicordio y mandolina, todas de Vivaldi, y Largo del concierto para
clavicordio en fa menor Opus 1056, de Bach.
Las melodías con vibraciones más cortas, mayor ritmo y notas
más ágiles provocan un estado de alerta constante, propicio para el aprendizaje
activo, como la Sinfonía Praga y el Concierto para violín y orquesta número 5
en la mayor de Mozart; el Concierto número 1 para piano y orquesta en sí
sostenido de Beethoven, todos los valses de Chopin o el Concierto número 1 para
piano y orquesta de Tchaikovsky.
Y para revitalizar el cerebro luego de un trabajo
intelectual intenso, nada como darle un masaje con Cantos Gregorianos, música
con sonidos de la naturaleza, o la música de Mozart para violín o cuarteto de
cuerdas.
* Salsa
Cadenciosa y alegre, la salsa brinda al cerebro una
combinación de dopamina y adrenalina, que relaja y activa al mismo tiempo,
señala el terapeuta físico Felipe Gutiérrez, especialista en rehabilitación
deportiva.
Como generadora de movimiento, la música salsa produce
numerosos beneficios físicos, emocionales y mentales, pues libera del estrés,
aumenta la capacidad cardiorrespiratoria y mejora la coordinación y el
equilibrio, indica Fernando Hernández, maestro de zumba en la delegación
Coyoacán, en la Ciudad de México.
“Estos ritmos —salsa y bachata— me sirven para relajar en la
última etapa de mis clases. Con ellos mantengo el cuerpo en movimiento mientras
baja la intensidad que alcanzamos con ritmos de mayor impacto como el rock, el
pop, la música electrónica y la banda”, agrega el preparador físico, también
especializado en pilates.
* Rock
Se dice que para escribir sus novelas, Stephen King escucha
rock. Cierto o no, en sus teorías del Efecto Mozart, Don Campbell ha escrito
mucho sobre la dificultad de encontrar concentración para generar ideas en
compañía de ritmos tan densos y acelerados. Sin embargo, destaca la capacidad
de inyectar adrenalina al cerebro.
En este sentido, Fernando Hernández, explica que en sus
clases de zumba utiliza la música rock para las etapas de acondicionamiento
físico, resistencia y fuerza. “Es cuando las alumnas se sienten más activas y
ejecutan las rutinas más fuertes”.
Diversos estudios han relacionado a la música rock con un
incremento en la resistencia a la hora de hacer ejercicio. Particularmente el
rock y el pop ayudan a mejorar el desempeño físico en actividades
cardiovasculares, según Javier Yangunas en su ensayo Influencia de la Música en
el rendimiento Deportivo, de 2006.